Una matriz energética en transición

Oferta, transformación energética y nuevos retos en la industria mexicana.


Por Ana Laura Ludlow Echeverría, Vicepresidenta de Asuntos Gubernamentales y Sustentabilidad en ENGIE México.

El sistema eléctrico global se encuentra en un punto crítico de transformación. A medida que la electrificación avanza en sectores clave como la industria, la movilidad y la construcción, la demanda de electricidad crece de forma acelerada. A la par, el mundo afronta el imperativo de reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero para frenar el cambio climático. En este contexto, los países deben encontrar un delicado equilibrio entre garantizar el suministro eléctrico necesario para el desarrollo económico y social, y mantener la sostenibilidad ambiental y la seguridad energética.

México no es la excepción en este gran reto mundial. El país experimenta una expansión industrial impulsada por fenómenos como el nearshoring, así como una creciente demanda de modernización de su infraestructura energética, lo que plantea exigencias urgentes para la planeación, inversión y transición del sistema eléctrico nacional.

Según datos de la Secretaría de Energía, en 2023 la generación eléctrica nacional alcanzó los 351,695 GWh. De esta cifra, 58.56 % provino de plantas de ciclo combinado, 8.63 % de tecnología termoeléctrica convencional, 11.05 % se generó a partir de fuentes renovables y el 21.76 % restante de otras tecnologías. Esta distribución refleja una fuerte dependencia de los combustibles fósiles, lo que evidencia que el gran desafío para los próximos años será diversificar de forma eficiente la matriz energética, y buscar el equilibrio entre tres pilares fundamentales: seguridad energética, asequibilidad para los usuarios, así como sostenibilidad ambiental.

Este crecimiento sostenido ejerce una presión constante sobre los sistemas eléctricos, que deben ser cada vez más robustos, inteligentes y sustentables.

En México, vivimos este fenómeno de aumento de demanda mientras el nearshoring ha favorecido la instalación de nuevos centros de producción a lo largo del país. Esto responde a cambios estructurales en la economía global, como la relocalización de cadenas de suministro, la tensión geopolítica entre grandes potencias y la necesidad de mayor resiliencia logística. En este nuevo escenario, México se posiciona como un destino estratégico para la inversión industrial, al mismo tiempo que encara un desafío clave: ser un país competitivo implica no solo condiciones fiscales o laborales atractivas, sino también garantizar un suministro eléctrico suficiente, confiable, sostenible y de costos accesibles.

En solo cuatro años, el país pasó de 273 parques industriales en 2019 a 460 en 2023, un crecimiento de casi 70%. Esta expansión industrial implica una mayor demanda de energía eléctrica, y exige una planeación energética inteligente que anticipe requerimientos, garantice el suministro y minimice los impactos ambientales.

Además, el futuro de la electricidad también está estrechamente ligado a la urgencia climática. Para cumplir con el objetivo de limitar el calentamiento global a 1.5 °C, las emisiones globales de CO₂ deben reducirse 45 % respecto a los niveles de 2010 antes de 2030. Esto implica la descarbonización de industrias, la adopción de tecnologías limpias, electrificación masiva y nuevos mecanismos como la captura de carbono.

Colaboración y visión ante el nuevo panorama eléctrico

Construir un sistema eléctrico que responda a las prioridades actuales, sin comprometer el futuro, exige grandes esfuerzos. El equilibrio entre oferta y demanda, sostenibilidad y competitividad requiere políticas públicas sólidas, marcos regulatorios inteligentes, inversión privada comprometida y una agenda de innovación que permita anticipar —no sólo reaccionar— ante los retos.

La integración efectiva entre el sector público y el privado, así como la participación de universidades, centros de investigación y organizaciones civiles es fundamental para generar soluciones compartidas. Estamos ante un escenario lleno de oportunidades, pero también de riesgos. Si no actuamos con visión y coordinación, podríamos enfrentar brechas energéticas, tensiones industriales y retrocesos ambientales.

El sistema eléctrico del futuro será más complejo, sí, pero también más estratégico. Hoy tenemos en nuestras manos la oportunidad de redefinir cómo producimos y consumimos energía. No se trata solo de infraestructura o tecnología: se trata de cómo decidimos avanzar como país y tomar acción ante los desafíos venideros.


Semblanza

Ana Laura Ludlow es vicepresidenta de Asuntos Gubernamentales y Sustentabilidad en ENGIE México. Con 25 años de experiencia en el sector energético en México y Estados Unidos, ha liderado proyectos estratégicos en gas natural y electricidad, impulsando la transición hacia un modelo energético más justo y sostenible.